........y llegó la hora de pagar. El antro resultaba más propio de solteros que buscan carne para charly a cualquier precio, o para exiliados de la noche que buscan empezar de cero. Habíamos mordido el anzuelo de un cartel diseñado para captar a garrulos, analfabetos, descerebrados y en definitiva a colectivos de escaso criterio. Unos engañados por la promesa de beber a precios para desempleados y otros con la ilusión de revivir ritmos y encuentros raciales, de tierras oceánicas.
La noche discurría jocosa. Los chicos estaban de enhorabuena; habíamos recuperado el contacto más evocador con un antiguo miembro al que siempre habíamos echado de menos y esto animaba especialmente el alma del concilio. Todos sin distinción reíamos a mandíbula rota: se sucedían las anécdotas que ponían en evidencia la integridad moral de cada uno de nosotros. Entrábamos en los detalles más íntimos de algunas relaciones sexuales de corto recorrido emocional, claro, permitiéndonos los chistes más groseros y de un mal gusto que rayaban en la ilegalidad, con el código civil en la mano.
Nadie podía sospechar de la amenaza que en silencio tomaba posiciones. Disfrutábamos ajenos a malos augurios. Habíamos sido capaces de sobreponernos al ambiente decadente del garito; que apenas contaba entre sus parroquianos con un par de amigos de dudosa reputación y algún solitario bebedor mendigando un huequito social en cada reunión que tropieza por allí, que le ayude a empezar de nuevo. Por no mencionar el enjuague pontinguil que nos sirvieron por cerveza.
Cómo no? Otra copa no?!! Si estamos a gusto coño, enga!!!......La atmósfera era propicia, inmejorable; más risas, más chistes, unas fotos, un cigarrillo, comentarios sobre la camarera y su físico, te acuerdas de....., y cuando estuvimos en....., illo el otro día vi a.... te acuerdas?.....y el nota ese aonde anda?.....po sa puesto tetas!!....... Coloquios elevados, sublimes diatribas existenciales; alejadas de la teluria y mecidas por las brisas que templan el monte Olimpo.
Y se acabaron las copas y llegó la hora de pagar y pasó lo que tenía que pasar; porque el destino puede ser así de caprichoso y en un bucle surrealista arrojarte de los brazos de la gloria a los pies de la derrota.
La noche discurría jocosa. Los chicos estaban de enhorabuena; habíamos recuperado el contacto más evocador con un antiguo miembro al que siempre habíamos echado de menos y esto animaba especialmente el alma del concilio. Todos sin distinción reíamos a mandíbula rota: se sucedían las anécdotas que ponían en evidencia la integridad moral de cada uno de nosotros. Entrábamos en los detalles más íntimos de algunas relaciones sexuales de corto recorrido emocional, claro, permitiéndonos los chistes más groseros y de un mal gusto que rayaban en la ilegalidad, con el código civil en la mano.
Nadie podía sospechar de la amenaza que en silencio tomaba posiciones. Disfrutábamos ajenos a malos augurios. Habíamos sido capaces de sobreponernos al ambiente decadente del garito; que apenas contaba entre sus parroquianos con un par de amigos de dudosa reputación y algún solitario bebedor mendigando un huequito social en cada reunión que tropieza por allí, que le ayude a empezar de nuevo. Por no mencionar el enjuague pontinguil que nos sirvieron por cerveza.
Cómo no? Otra copa no?!! Si estamos a gusto coño, enga!!!......La atmósfera era propicia, inmejorable; más risas, más chistes, unas fotos, un cigarrillo, comentarios sobre la camarera y su físico, te acuerdas de....., y cuando estuvimos en....., illo el otro día vi a.... te acuerdas?.....y el nota ese aonde anda?.....po sa puesto tetas!!....... Coloquios elevados, sublimes diatribas existenciales; alejadas de la teluria y mecidas por las brisas que templan el monte Olimpo.
Y se acabaron las copas y llegó la hora de pagar y pasó lo que tenía que pasar; porque el destino puede ser así de caprichoso y en un bucle surrealista arrojarte de los brazos de la gloria a los pies de la derrota.
Ya en la puerta, en dirección a la caja, alguno se confesó insolvente, levantando la ira del resto. Aquel primer escollo se saldó con algunos insultos hacia el deudor y amenazas con vencimiento en futuras salidas. La camarera tuvo a bien invitarnos a un sorbo de nauseabundo brebaje, con la intención de fidelizar aquella floreciente relación....... y pronunció la cifra: las sombras hasta ahora acechantes atravesaron las gargantas de los interpelados, enmudeciéndolos por unos segundos. Todos echamos mano de nuestros monederos, incluido el insolvente, en un intento por asear su imagen abyecta. Otros se dedican a hacer cuentas entre ellos en un intercambio doloso de monedas, sin conocer sus importes y estimando a la baja. Festival de billetes que salen de las carteras y vuelven a entrar en las mismas condiciones. Ninguno llega a posarse en la barra, pareciera que ésta los repeliera. Exhibición de moneda papel, baile de cash, ejercicio avanzado de prestidigitación visual dando a entender “mira que soy capaz de pagá.... pero no lo voy hazé.” Nigromantes del efecto óptico. Ocultistas papirofléxicos.
Mientras tanto dos camareras y un joven presencian en primera fila el espectáculo de la miseria, el carnaval del cicatero. El ambiente se ha enrarecido y unos con más y otros con menos vergüenza mantenemos el tipo. Crece la tensión; nadie da el paso, ni un solo euro sobre la barra, la camarera sonríe forzada; todos saben que en este juego la sangre fría es la carta ganadora. Unos tiran de interpretación; el recurso de entretenerse buscando en los pantalones, hurgar la cartera en busca de un billete al que ignoran o no existe, otros más desvergonzados flirtean con la camarera y ganan tiempo. La incertidumbre empieza a ser insoportable, alguien está a punto de arrojarse pero se contiene en el último instante, espoleado por algún pensamiento huraño.
Llegados a este punto, empiezan a temblar las piernas, se espesa la saliva haciendo difícil cualquier dicción y el sudor brota en las palmas de las manos. Es la hora de los valientes. Cualquier estímulo; un insecto, un golpe, un destello..... por pequeño que sea puede dar al traste con la actitud del maestro roñas.
Justo cuando parece que la situación va estallar de pura presión, un pobre diablo inundado de bochorno público, a pecho descubierto y sin más arma que un billete de 50 euros se lanza contra la bestia para acabar con ella, perdiendo la vida en su hombrada y desangrándose una vez más por las puñaladas inferidas por sus por sus propios compañeros de batalla.
Allí yace: derrumbado en el umbral, exigiendo en vano el legítimo ajuste que le niegan los mismos que apenas cinco minutos antes compartían con él júbilo y regocijo de verdaderas amistades, abandonándolo, mientras aducen peregrinas excusas. Otra víctima de la orgía pesetera.
Requiescat in pace.
LefaKov.QsN.
Mientras tanto dos camareras y un joven presencian en primera fila el espectáculo de la miseria, el carnaval del cicatero. El ambiente se ha enrarecido y unos con más y otros con menos vergüenza mantenemos el tipo. Crece la tensión; nadie da el paso, ni un solo euro sobre la barra, la camarera sonríe forzada; todos saben que en este juego la sangre fría es la carta ganadora. Unos tiran de interpretación; el recurso de entretenerse buscando en los pantalones, hurgar la cartera en busca de un billete al que ignoran o no existe, otros más desvergonzados flirtean con la camarera y ganan tiempo. La incertidumbre empieza a ser insoportable, alguien está a punto de arrojarse pero se contiene en el último instante, espoleado por algún pensamiento huraño.
Llegados a este punto, empiezan a temblar las piernas, se espesa la saliva haciendo difícil cualquier dicción y el sudor brota en las palmas de las manos. Es la hora de los valientes. Cualquier estímulo; un insecto, un golpe, un destello..... por pequeño que sea puede dar al traste con la actitud del maestro roñas.
Justo cuando parece que la situación va estallar de pura presión, un pobre diablo inundado de bochorno público, a pecho descubierto y sin más arma que un billete de 50 euros se lanza contra la bestia para acabar con ella, perdiendo la vida en su hombrada y desangrándose una vez más por las puñaladas inferidas por sus por sus propios compañeros de batalla.
Allí yace: derrumbado en el umbral, exigiendo en vano el legítimo ajuste que le niegan los mismos que apenas cinco minutos antes compartían con él júbilo y regocijo de verdaderas amistades, abandonándolo, mientras aducen peregrinas excusas. Otra víctima de la orgía pesetera.
Requiescat in pace.
LefaKov.QsN.
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